Viernes 29 Sep, 2023

Manthrass, Yajaira, Comeflor y Viaje a Oriente: Cuatro discos para abrir las puertas de la percepción

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Reseñas
Manthrass, Yajaira, Comeflor y Viaje a Oriente: Cuatro discos para abrir las puertas de la percepción
Texto: Carlos Noro

Desde estas páginas sabemos que la escena de stoner, blues pesado, rock psicodélico y rock pesado latinoamericano está entre las mejores del mundo y es de las pocas capaz de marcar tendencia. Por eso decidimos mostrarte cuatro discos que dan cuenta del valor y la diversidad que tenemos acá. ¡Escuchalos!

Manthrass “Mapa Estelar”. Piramide Records. 2018: Blues Local (Y pesado)

En un disco que no tiene miedo de establecer comunicación con la tradición del blues pesado argentino, el primer guiño a esa época viene por el lado de la edición. En un contexto donde cada vez se están revalorizando más los formatos analógicos, haber editado el disco en formato cassette vía Piramide Records es un acierto que va más allá de la mera curiosidad para coleccionistas. El resultado para las nueve canciones es más que favorable: el sonido de cinta genera una crudeza que potencia el aspecto más rockero de las canciones. Bien por ellos el haber tomado esa decisión.

Desde el punto de vista estilístico, el trío (Mariano Castiglioni en guitarra y voz, Angel Rizzo en bajo y voz y Federico Martinez en batería y coros quien luego de la formación fue reemplazado por Federico Pelfini) busca situarse en un terreno bien conocido. Por un lado la influencia de Pappo´s Blues es innegable sin por eso caer en una copia descarada. Tal vez por eso la banda suena más convincente cuando aprieta los dientes en un sonido más heavy o cuando toma las enseñanzas del carpo más psicodélico al que le suman una buena dosis de distorsión.

En este contexto las canciones van tomando forma para dar cuenta de todas las maneras que tiene la banda de entender la música pesada, proponiendo líricas simples pero profundas en cuanto al sentido de lo que cuentan. Dentro de este conjunto de canciones podríamos citar a “Mapa Estelar” que relata la idea de irse y de transportarse a otro mundo lejano de la hostilidad de la ciudad, idea que se repite con “Paso Firme” que, con una melodía vocal hermanada con la base instrumental propone “tratar de escapar aprendiendo llegar al mar” una frase que puede ser interpretada de muchas formas por quien la escucha. En este sentido “El ermitaño” completa esta especie de trilogía de canciones que a pesar de estar en distintos momentos del disco proponen una idea en común. Esta última propone alejarse hacia las montañas en un contexto sonoro que acompaña a las tres: canciones bluseras, pesadas y que van al frente sin miramiento.

En este sentido la última parte del disco propone lo que tal vez sea el mayor contraste sonoro para la banda. “Como un volcán” suena bien filosa y pesada y los acerca al heavy metal más tradicional, algo que vuelve a suceder con “Lejos” en donde la atmósfera es hiper pesada y sin tregua. Todas muestran la inteligencia de la banda para ir prestándose el protagonismo vocal e incluso cantar a dos voces en muchas de las canciones, una gran decisión que potencia los fraseos y evita las imperfecciones. “La eterna lucha entre el gris y el verde” y “Bei tempi” son dos momentos instrumentales que sirven para contrastar el frenesí rockero de las canciones. La primera es bien blusera y melódica, mientras que la segunda es un ensayo acústico y evocativo. “El luchador” una especie de mezcla entre Pappo y Black Sabbath con un riff bien envolvente, tal vez sea la mejor manera de definir qué es lo que busca el trío: construir canciones con aroma a pasado pero vista en el presente. Bien por ellos. A seguir luchando.

Yajaira “Post Tenebras Lux”. Independiente.  2017: Saliendo de la oscuridad.

“Post Tenebras Lux” es el segundo disco de los chilenos de Yajaira luego de su separación en 2006 y vuelta en el 2007 con la particularidad de presentar una formación en formato trío que incluye a Miguell ‘Comegato’ Montenegro (voz y bajo), Samuel Maqueira  (guitarra) y Christian Macdonald en batería, conocido también por ser parte de Hielo Negro.

Con la particularidad de que el disco estuvo producido en gran parte por Jack Endino (Soundgarden, Nirvana, Mudhoney) es claro que el objetivo de la banda esta vez vino por el lado de reproducir lo mejor posible el viaje sonoro que los chilenos realizan en vivo. Eso seguramente explica que la producción apueste a que las canciones tengan un sonido bien crudo. El resultado es un conjunto de canciones que dan cuenta de cómo los Yajaira entienden el stoner, el doom y la música pesada: por momentos caóticos y siempre rifferos la idea es ir mostrando como a través de los riffs se pueden generar distintos espacios de confort. El resultado es crudo, potente y visceral, todo un desafío para quienes prefieren un sonido más hi fi.

“Fin de los tiempos” desde el inicio da cuenta de esto que hablamos. Con una atmósfera bien pesada y riffera parece ser la manera ideal de presentar el disco principalmente porque desde la percusión genera una gran sensación de potencia que es también impronta del resto de las canciones. “Escombros” propone una historia bien épica y lleva el sonido hacía el doom de escuela sabbathica. Las voces gritadas hacen el resto en uno de los temas más ignominiosos del disco.

“Lejos del sol” tranquilamente podría ser un tema de Alice in chains. Propone esa pesadez oscura y claustrofobia que tan bien le sale a los estadounidenses y que para los hermanos trasandinos es un espacio de comodidad “Lejos del sol, lejos de la gente. Vuelves a ver” repite el trío mientras cerca del final el clima de la canción pierde en densidad y gana en melodía en una de los buenos momentos de viola. “Estallando” es una canción sin vueltas. En  un rango bien rockero y groovero es una canción al estilo “5 minutes Alone” de Pantera sino tuviera un interesante segmento de cuelgue sostenido en melodías disonantes y efectos de viola. “Ojos sin expresión” lleva a la banda hacia el terreno del rock pesado de trasfondo blusero. Sin llegar a emparertarse con los Hielo Negro podrían tener elementos en común si no fuera que el sonido sucio y caótico no es una de las características de aquellos.

La última parte del disco tiene un segmento bien stoner representado por “Atormentándonos” una canción disonante, ruidosa y con espacio para el cuelgue. En algún punto este tipo de canciones tal vez sean las que mejor definen la propuesta de los chilenos, sostenidas en el contraste entre el riff y la disonancia pero sin optar por ningún de ellos. En esa interacción está una de las grandes virtudes del disco.

“Hijos de la noche” es un canción, oscura, pesada, sabbathica e intrumental que propone al grupo el desafío de surca mares bien experimentales que rápidamente en “Serpiente de Papel” desemboca en un magma construido con paciencia y contundencia. En el carácter mántrico y repetitivo está la clave de la canción al punto de que es imposible deshacerse del recuerdo del riff por varios minutos. “Post tenebras lux”, además de ser la canción que da nombre al disco, es un cierre interesante para un disco que con un sonido crudo y orgánico, cumple con el objetivo de dar cuenta de la vitalidad de los chilenos en vivo. Un riff serpenteante va en busca de la luz y tal vez ese sea la mejor conclusión de este disco: los chilenos encontraron una riffeante manera de salir de la propia oscuridad.

Comeflor "Vol. II". Viajero Inmóvil Records - Distribución Digital. 2018: Un guiño a la propia historia.

Comeflor es uno de los proyectos del prolífico Christian Van Lacke  en guitarra y voz junto a Marcos Rocca en Bajo, percusión, e-bow y teclados y Dano Digon Batería; en lo que parece haber un objetivo claro: mostrar su fascinación tanto con la  psicodelia de los sesentas y setentas, como con el rock argentino de la misma época sin que por ello uno perciba un robo descarado. Por el contrario, la sensación es que las seis canciones que componen el disco son capaces de construir una atmósfera lisérgica, rockera, onírica y progresiva sin ningún tipo de límites. Cada canción parece dialogar tanto consigo misma como con las otras con una precisión admirable. Eso tal vez sea una de las mejores conclusiones de la escucha. 

En este contexto que el disco inicie con una canción como “De Kubero y Bond” un evidente homenaje a dos de las figuras más revolucionarias del rock argentino de los setentas Kubero Diaz que pasó por La Pesada del Rock and Roll, La Cofradía de la Flor Solar, Los Abuelos de la Nada, Pedro y Pablo, Miguel Abuelo, León Gieco entre otros y Billy Bond animador del proyecto colectivo La Pesada. El trío elige homenajearlos a su modo, construyendo una canción que navega entre lo progresivo y lo atmosférico pero que luego despega a través de la paciente interacción entre la percusión ejecutada especialmente para este tema por Litto Nebbia, el bajo, guitarras y synths. El final de la canción, que entre otras cosas describe desde lo lírico la posibilidad de “ser salvado por las canciones,” es pura potencia y épica guitarrera en lo que tal vez sea el camino: confiar en las canciones para salvarse uno mismo.

“Barret” es otra referencia concreta pero esta vez al genio perdido de Pink Floyd. Aquí la banda elige construir una canción que tranquilamente podría haber sido parte de la obra solista del diamante loco. Entonces construyen una suite onírica en donde una profunda ensoñación envuelve a los climas que inteligentemente sabe desgranar el trío. “Siempre serás un talismán” es la frase concreta que define la admiración por la obra del inglés en un extenso tema ideal que podría ser ideal para mirar sin tiempo el horizonte en una tarde perdida de verano.

“El polen” parece estar contagiado por la atmósfera anterior y es un homenaje al grupo peruano del mismo nombre. Psicodelia naturista podría ser la mejor manera de adjetivar la canción que apuesta a la teatralidad y al dramatismo incluso incluyendo un coro de niños que aporta más locura y surrealismo a la canción que incluye a Max Alvarez  de Ambassador como invitado.. En este sentido “Reverbos”  también es otra de las canciones que propone una vuelta a la naturaleza generando una atmósfera simple, originaria y apacible. Tal vez por eso, esta especie de postal natural elige deshacerse de la distorsión para ingresar en los caminos acústicos con el objetivo de generar un ambiente calmo y accesible. La idea de encontrarse con uno mismo tal vez sea la mejor manera de definir lo que genera la canción.

Las dos últimas canciones del disco proponen dos momentos interesantes. “Jinete” es una reversión de una pieza compuesta por Tanguito en su alter ego Ramses VII y tal vez por eso tiene un aire Spinetteano con ciertos arreglos preciosistas. “Selk´ nam” por su parte en un cierre con una intensidad tremenda. Si al describir las primeras canciones hablábamos de que la música de Comeflor genera un efecto envolvente, aquí debemos hablar de que ese aspecto se potencia gracias a los distintos climas que transita la canción. Sin exagerar, el grupo pasa por la percusión chamánica, los interludios acústicos, los coros ancestrales ( con los aportes de Jorge Durietz de Pedro y Pablo y Blanca Gornatti)   y los climas rockeros ,con una fluidez admirable. “Antiguos dueños de la tierra, ilumínennos con cantos de amor” canta Van Lacke invitándonos al letargo. Mirando el alucinante arte de tapa realizado por Nico Foti, tal vez ese sea el camino.

Viaje a Oriente "Sueños Lúcidos". Exoplaneta Records. 2018:  La fascinación por viajar.

“Es un disco para escuchar de día, bien luminoso” nos decía Fernan Borgia (ex Doma) para presentarnos su nuevo proyecto Viaje a Oriente que incluye este primer disco con un título que remite directamente al genial Jorodowsky y la capacidad de quien sueña esté consciente de estar soñando.

En este contexto junto a Sebas Cantarini en bajo y el aporte de otros músicos como Facu Cantarini y Lean Quinteros  en percusión sumados a Fran Romero en batería;  el dúo parece intentar desde las seis canciones íntegramente instrumentales, mostrar un universo íntimo y particular en donde la sensación de emprender las distintas dimensiones de lo que puede ser un viaje se torna vívida. De esta manera cada una de ellas nos transporta a distintos estados que no siempre son explícitos. Dejarse envolver por cada una, abre  distintas puertas a interpretaciones que seguramente tendrán que ver con los momentos particulares y sentimientos de cada quien.

“Sueños Lúcidos” es una contundente presentación de la atmósfera general de disco en una canción donde la particularidad pasa por el trabajo complejo y melódico de las guitarras de Fernan y del bajo Sebas. Si bien hay una cohesión entre los dos aportes lo más interesante es que los dos instrumentos construyen una vibra similar pero no por ello transitan los mismo patrones melódicos.  La idea de complementarse mutuamente atraviesa la canción y genera un diálogo más que interesante al punto de que si uno ajusta el oído (recomendamos escuchar el disco con auriculares) puede percibir con claridad que le aporta cada uno a la canción.

 “Diluvio” es un interesante experimento sonoro que propone recrear distintas intensidades y efectos de la lluvia, algo que en “Sendero de los caminos” se transforma en un paisaje vívido y desafiante. Con una impronta bien melódica y con algún aire jazzero que se suma a la impronta de rock psicodélico y progresivo que tiene el disco en general, la propuesta pasa por perderse por una serie de senderos veloces y luminosos al punto de que uno puede cerrar los ojos y construir las imágenes que propone la canción desde el punto de vista instrumental.

Para  “La Melancólica Venecia” el frenesí se transforma en la paciencia necesaria para generar pacientemente el clima que propone el título. En este punto el aporte de los synths resalta con claridad para descansar en una melodía con aire blusero pero con la sensación de estar respirando un aire puro revitalizador. En el caso de “Belo horizonte” la banda parece descansar en la idea de trío con una efectividad sorprendente. De alguna manera la canción, que también fiel al título termina transformándose en una especie de bossa nova lisérgica, es un gran diálogo musical entre guitarra, bajo, batería y efectos al punto de que uno puede jugar a imaginarse que palabras utilizarían para expresar lo que está pasando.

El cierre del disco presenta a “La dicha de los caminos”, una canción melancólica y sensible, que parece funcionar como conclusión del disco sin por ello ser un cierre definitivo. Viaje a Oriente es como los buenos viajes en los que uno siente rápidamente el deseo de emprender nuevas rutas. Desde el rock psicodélico, la música progresiva y la melodía siempre sensible, los muchachos han empezado a hacer lúcidos sus sueños. A seguir viajando.

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