A esta altura Massacre es capaz de mostrar sin problemas su faceta camaleónica sin perder su identidad. Esta es una de las maneras posibles de definir a una banda que empezó su carrera más cerca de Black Flag y Dead Kennedys y que al menos en shows como este que decidieron llamar “Riesgo Rex” parecen estar más cerca del formato de big bang rockera de Nick Cave and The Bad Seeds, de la impronta psicodélica de los Grateful Dead o más acá del viaje rockero y lisérgico que proponen bandas como The Brian Jonestown Massacre. Más allá de que estas puedan ser sólo algunas de las influencias (hay mucho de post punk y de punk, así como también del pop y el rock de los sesentas y los setentas en la música del grupo) la sensación es que hoy Massacre está lejos de querer etiquetar su sonido con un nombre específico. Shows como este sirven para confirmarlo.
Más allá de que el grupo ya pisó el Teatro hace 10 años, está vez la propuesta del show vino por el lado de generar una situación inmersiva en la música del grupo que fue más allá de una apuesta sonora (aunque como resulta obvio, esto fue clave a la hora de montar el show). Desde lo visual una inmensa pantalla por detrás del grupo, mostró imágenes a veces oníricas, otras psicodélicas y abstractas que sirvieron para construir un relato acorde a la impronta que la banda decidió mostrar en la fría y lluviosa noche de viernes otoñal.
En este contexto, no resultó sorpresivo que el inicio del show mostrase a la totalidad de la banda, junto al cuarteto de cuerdas de Javier Casalla para empezar el show con “La Nave” y “Río Siempre”. Las dos (de “Biblia Ovni” la primera y de “12 nuevas patologías” la segunda) sirvieron para empezar a mostrar una idea de música expansiva que acompañó a cada una de las canciones, con una impronta que siempre fue más allá de las versiones originales encontrando en algunos casos sutilezas y en otros caso explotando y potenciando las líneas melódicas de cada canción.
No descubrimos nada si decimos que mucho de lo musical que propone la banda está centrado en lo que puede hacer Pablo Mondello desde las guitarras. Precisamente shows como estos (una suerte de versión potenciado de los autociclos denominados Massacredelica en donde la psicodelia y el surrealismo tomaron protagonismo en espacios como La Trastienda), el Tordo es una suerte de director de orquesta que hace que el grupo (completado por la impecable base instrumental de Federico “Fico” Piskorz en guitarra y synthes, Luciano “Bochi” Facio en bajo y Charly Carnota en batería) pueda encontrar los distintos colores que hoy por hoy la música de Massacre propone. “Celebrity” muestra una vibra post punk donde la psicodelia encuentra un lugar preponderante, “Fieles a la montaña” es un verdadero viaje introspectivo por las profundidades del ser al igual que “Viaje Astral”; mientras que el estreno de “Mariposa” (parte del nuevo disco que tendrá al menos algunas canciones producidas por Gustavo Santaolalla); parece un homenaje a las lecturas que la generación de los sesentas y setentas argentinos, hicieron de sus pares estadounidenses con al igual que Viaje… nuevamente las cuerdas en escena. En el medio, El Tordo mostró su versatilidad rockera y melódica en canciones como “Querida Eugenia”, “La Octava Maravilla” o “Te Leo Al Revés”, dando cuenta que es uno de los guitarristas más fascinantes que puede encontrarse hoy por hoy en rock local principalmente por su capacidad de ir aportando los sonidos que precisan las canciones, más allá de cuestiones estilísticas. En conjunto, el grupo vive un momento musical fascinante en donde queda claro que la posibilidad de dedicar cien por cien del tiempo a la banda, permite un vuelo musical que de otro modo sería imposible de lograr.
A nivel escénico Wallas, sabe aprovechar esta posibilidad que le da una banda que propone un nivel musical tan intenso. Más allá de que es indudable su carisma a la hora de subirse al escenario (en este caso dio la primer parte del show con un tapado blanco y negro y la segunda con pollera) lo que hace de su presencia un show en sí mismo; en los últimos tiempos a acrecentado su nivel interpretativo. En este sentido, más allá de que siempre estuvo a la altura de lo que los temas pedían de su parte, tanto en el medley entre “Muerte al faraón” y "Heroes” (de David Bowie) y en “El deseo” y “Tanto Amor” donde se quedó en la soledad del escenario acompañado por las cuerdas y el piano; encontró momentos de gran emotividad interpretativa, lo que da la pauta de que también en este punto; el grupo tiene una gran sintonía
En este contexto, “La reina de Marte”, “Plan B: Anhelo de satisfacción” y “Mi mami no lo hará” fueron el cierre de un show que solo en estas tres canciones encontró al público levantándose de los asientos para acompañar a la bandas. Antes Massacre propuso un viaje que empezó siendo propio pero terminó siendo colectivo. Que siga creciendo.