Entre tantos feriados la mejor forma de terminar los días laborales es con un show. La primera edición del Festival Serpiente de Agua dio esa oportunidad con un line up de diferentes estilos pero no necesariamente disímiles.
Entre tantos feriados la mejor forma de terminar los días laborales es con un show. La primera edición del Festival Serpiente de Agua dio esa oportunidad con un line up de diferentes estilos pero no necesariamente disímiles.
Obviamente, como es costumbre en Buenos Aires el festival no arrancó a tiempo sino que casi una hora y media después para los pocos curiosos que hasta ese entonces se habían arrimado a Niceto Club. Era la hora de la cena y el hambre fue apaciguado por la primera banda: Las Diferencias, un trío de blues rock que recuerda a lo mejor de Pappo´s Blues y por qué no, a un primitivos Black Sabbath o Blue Cheer. Blues rock electrificado por un furioso fuzz trepitante, un bajo marcado que cumplía y un baterista que generaba la sensación de que se encontraba adelante del escenario y no allá atrás, escondido, como suele pasarle a los bateristas. Las letras eran un poco reiterativas, la misma frase hecha una y otra vez en la mayoría de los temas, pero calculo que así son los dogmas del género. Riff tras riff la banda fue obligando a las pocas personas presentes a acercarse cada vez más al escenario, generando curiosidad. Uno de los últimos temas fue un cover de Los Natas porque “eso era lo que les dictaba su corazón y porque fueron una gran banda”.
El escenario quedó lo suficientemente caliente como para decirse que la noche había comenzado. El siguiente grupo iba en otra dirección absolutamente. Los Espíritus cuenta entre sus integrantes con Maxi Prietto de Prieto Viaja al Cosmos con Mariano. Lo interesante de este grupo fue la originalidad sostenida en una rara mezcla entre un guitarrista eléctrico, otro con una acústica y otro que tiraba magias con pedales de efectos. Mientras tanto, la espera entre banda y banda fue amenizada con buena música: New York Dolls, Pere Ubu, Violent Femmes en el medio de una interesante selección de canciones de los 50s y 60s.
Volviendo al rock pesado, fue el turno de El Perrodiablo. Para ese entonces el número de personas debajo del escenario era bastante mayor al que había encima. El rock rabioso arrancó con el cantante, al mejor estilo The Stooges y Turbonegro, en cuero y con un bastón con una calavera. En ese momento pensé que me iba a comer un alto garrón. Pero rápidamente revirtieron esa idea prejuiciosa. Había una chica que bailaba como desquiciada ante el high energy raw rock del grupo. Guitarras rabiosas, actitud en el escenario, culos al aire por parte del front man y algo de pogo no violento. Sin conformarse con las bobas manos al aire, haciendo los cuernitos que popularizó Ronnie James Dio, el cantante de la banda se decidió a bajar del escenario y a arengar a la gente a que se volviese loca, ampliando así su campo de batalla fuera de los márgenes establecidos en un recital convencional por el arriba y el abajo, los boludos que pagan y los boludos que tocan. La gente cantaba en el micrófono junto a él y se transformó en algo más entretenido y lúdico que ver cinco personas sobre un escenario, fue toda una performance digna de GG Allin pero rebajado con agua mineral en lugar de cocaína y soretes. En una de las idas y venidas del escenario al pit, el cantante se subió a un caño que hay al mejor estilo strip Club y se puso a bailar y a frotar sus cantos por el caño, digno de Tinelli pero con más sudor y kilos. Para terminar un gran primer reci (mío, nunca los había visto), subió Andrea Álvarez a tocar la percusión y un poco la batería. Gran set, el mejor de la noche.
el cantante de la banda se decidió a bajar del escenario y a arengar a la gente a que se volviese loca, ampliando así su campo de batalla fuera de los márgenes establecidos en un recital convencional por el arriba y el abajo, los boludos que pagan y los boludos que tocan.
Después fue el turno del dúo de Garage blues punk Los Colmillos. Patéticamente, nunca los había visto en vivo. Sí había visto a Las Curvettes, muchos años atrás, la ex banda de la cantante y bajista. El grupo es interesante por lo original, 10 cuerdas en total, un Big Muff saturando, un bombo y una pandereta. Nada mas hace falta para que el grupo se haga valer y rinda una especie de tributo a Hasil Adkins, el verdadero hombre orquesta quien seguramente hubiese colaborado con ellos si no se hubiese muerto hace cerca de una década atrás. Pero para lamentarse no hay tiempo, por lo que la banda se vio acompañada durante un par de temas de un armoniquista que le dio otra textura al grupo, evitando así la monotonía del bombo .
Después fue el turno de Guachass quienes arrancaron como trío haciendo una canción instrumental hasta que apareció la cantante. El público era mayoritariamente chicas, que encima, estaban buenas. Rock rabioso con voces dulces y movimientos sensuales, eso define al grupo me parece. La cantante, al igual que el de El Perrodiablo, se bajó del escenario y calentó a las chicas del público. Fue un poco más prolija y volvió al escenario por la escalera y no trepándose a la reja, eso hubiese sido contraproducente con la imagen sexy.
Así paso un festival ecléctico y fundamentalmente entretenido. Después de todo el rock se trata de eso ¿o no?