Día 1: Güacho + Poseidotica + Dead Meadow
Arrancamos con otro punto destacable que olvidamos mencionar, la preciosa y tan respetuosa puntualidad. Las puertas se abrieron a eso de las 20:30, y ni bien el público iba ingresando sin demoras, se pudo disfrutar de la primera banda. El trío platense Güacho, conformado por Hernán Torres, Joaquín Castillo y Lisandro Castillo, aprovechó casi media hora de show para demostrar que son una banda más que interesante y que si aún no los ubicas en tu radar, pues va siendo hora de que lo hagas. Se concentraron bastante en su más reciente lanzamiento Vol. II, del que desprendieron joyas como “Blus para un Planeta Rojo”, “El Hambre y la Sed” y “A Nadie”. Fueron efectivos a la vez no que dejaron de sorprender. Agradecieron la oportunidad de tocar y dejaron el espacio libre para lo que vendría, eso sí, bien calentito.
Luego pudimos disfrutar de Poseidotica, aunque esta vez contaron con David Iapalucci en guitarra acompañando a Santiago Rúa. Hay química fácil de grupo, y el guitarrista de Los Antiguos y Anomalía ya es un huésped regular, ya que no solo colaboró en estudio para El Dilema del Origen, su último disco, sino que también los acompaño en vivo anteriormente, aunque esta vez le haya tocado participar a tiempo completo reemplazando temporalmente a Hernan Miceli. A Rodriguez y Broide ya los mencionamos como anfitriones del Festival, y su performance fue efectiva como siempre. Actuaron en forma distendida, divirtiéndose en el proceso, y electrizaron con un set bien armado. A mitad del show, Martín dedicó “Elevación” a los fallecidos Lemmy Kilmister y David Bowie, y a eso de las 22:30 cerraron con “Dimensión Vulcano”.
Unos veinte minutos después, el primer trio internacional se hizo presente para coronar la primera noche del Concrete Jams. Dead Meadow demostró ser una banda muy interesante en vivo, con esas dosis justas de look casual, viola reverberante, hipnosis y mucha psicodelia. El sonido de la banda va cambiando levemente entre los temas, con un sonido embarrado por momentos, y claro en otros. Abrieron con “I Love You Too” y “Babbling Flower” desde Shivering King and Others, y después hicieron “To the One”, una hermosa canción salida de Three Kings. Todo se fue desenvolviendo sin muchas pausas, aunque intercalaron con breves agradecimientos al público y organizadores, pero siempre mantuvieron un estilo sobrio y relajado. El estado musical al que somete la banda es siempre cambiante, pero nunca decae. A veces pasábamos por largos trances, solos de guitarra de la mano de Jason Simon, todo acompañado con prolijidad por la batería de Mark Laughlin, y el hermoso bajo Rickenbacker de Steve Kille.
Hay una cosa que es imposible dejar de mencionar. El público enloqueció con ellos, y hasta hubo pogo. Si, hubo pogo frente al escenario, stage diving y hasta un intento de strip tease de parte de un espectador que se subió al escenario. Todo fue muy amigable, cabe aclarar, y la banda siguió concentrada en lo suyo, amoldándose a la perfección a lo que pasaba. Todo debe haber transcurrido durante una hora y media o más, pero nadie pareció notar el paso del tiempo. Cuando ya faltaba poco para la medianoche, y tras haber abandonado el escenario, hicieron el clásico regreso para tocar dos temas más. ¿El público consiguió enganchar otra banda o habrá sido solo un amor de verano? Solo el tiempo lo dirá.
Día 2: Viaje a Ixtlan + Elefante Guerrero Psíquico Ancestral + Radio Moscow
Otra vez la puntualidad abrió las puertas para otro día caluroso pero lleno de buenas vibraciones sonoras. Esta vez, Viaje a Ixtlan fue la banda responsable de abrir el juego, y no está de mas decir que cumplieron de sobra. Junto a Mariano Bertolazzi en guitarra acústica, Fernando Figueiras en guitarra eléctrica, Javier Romani en bajo y Sebastián Romani en batería, el público que ya llenaba el Uniclub pudo disfrutar de “El Camino Blanco”, e imagino que lo tocaron en su totalidad. Es una obra bastante larga pero bien llevada que forma parte de su más reciente Viaje a Ixtlan Vol. 2, y vaya que la palabra viaje le sienta bien. Todo duró poco menos de media hora, y tras agradecer al público y organizadores, se retiraron del escenario.
No paso mucho tiempo para que Elefante Guerrero Psíquico Ancestral, el trio instrumental conformado por Eduardo Torales en guitarra, Mauro Albornoz en batería y Juan Ricossa en bajo, se subiese a hacer de las suyas. Son demoledores en cuanto a ejecución y sonido, su propuesta también se amoldó muy bien a la idea setentosa del Festival, y definitivamente forman parte del grupo de bandas relativamente recientes a las que hay que prestar atención. Con un trabajo bajo el brazo titulado El Camino del Guerrero, el Elefante pisó cerebros con una fusión de estilos tal que hasta en un momento se pusieron jazzeros. Tocaron a través de media hora de show, agradecieron, y dejaron el escenario caliente para lo que vendría.
Hubo un tiempo de respiro y bastante preparación de por medio, pero cuando el telón se corrió, Uniclub no volvió a tener tranquilidad hasta casi la medianoche. Lo de Radio Moscow en Argentina ya pasó de ser fenómeno pasajero para convertirse en una adopción full time. En su tercera visita, Parker Griggs, Anthony Meier y Paul Marrone hicieron que el público que se apilaba en el lugar explotase nuevamente. El amor por los riffs, la voz blusera y rasposa, cada golpe de batería, el bajo potente, rítmico y bien al frente, son condimentos ideales para tal fin. En vivo no paran un segundo, a veces para tomar algún trago, pero la catarata es constante, y a pesar de todo, el público respondió con pogo, saltos, brazos al aire y mucha química.
Pisaron el pedal a fondo con “So Alone” desde su más reciente Magical Dirt, y al toque le pegaron “Broke Down” desde el anterior Brain Cycles. El show fue una ráfaga constante, y a esta altura, ya ni vale la pena mencionar lo bien que sonaron. Temas como “Death of a Queen”, “These Days”, “250”, “Brain Cycles” y “I Just don’t Know” son explosivos en vivo, y entre slide para la viola, un solo de batería y el groove que emanaba del bajo, la noche se fue pasando de manera intensa. Hubo bises, los típicos cantos, y la misma intensidad por parte del público que se había visto el día anterior.
No hay mucho más que agregar, la primera edición del Festival Concrete Jams fue un éxito impensado, en medio de un verano que podría ser como cualquier otro. Los de Origins se vienen con ideas locas, y hasta ahora les viene resultando todo bien. Hay gente para trabajar, no sobra material para armar aventuras, y definitivamente hay un público hambriento de buenas propuestas. A todos ellos les deseamos un buen camino, nosotros nos dispondremos a disfrutar del viaje.