Con una puntualidad sorprendente, “Kneel Till Doomsday”, de su último disco “A Map Off All Our Failures” fue el inicio en perfecta sintonía con “Like Gods Of The Sun” y “To Remain Tombless”, dando la pauta de lo que iba a suceder durante toda la noche. Los riffs variarían en densidad pero jamás bajarían en intensidad y melancolía. Cada nueva canción ahondaría más el estado de eterna nostalgia de Stainthorpe, incluso contagiando a un público que en muchas ocasiones permanecería en un particular y profundo silencio introspectivo.
La sutileza del violín de Shaun MacGowan, en conjunto con las guitarras de Andrew Craighan y Hamish Glencross ser hermanarían en varias ocasiones durante la noche pero tomarían fuerza definitiva en dos canciones que servirían de síntesis de los extremos que proponen los ingleses. “Turn Loose The Swans” mostró el lado lento, denso y oscuro pero cercano al death metal, gracias a las voces guturales del a esta altura versátil vocalista. La continuación con “My Body a Funeral” fue decididamente una propuesta melancólica y épica impregnando de tristeza el ambiente sin la necesidad de la furia desgarradora de las voces guturales.
Cada nueva canción ahondaría más el estado de eterna nostalgia de Stainthorpe, incluso contagiando a un público que en muchas ocasiones permanecería en un particular y profundo silencio introspectivo.
A partir de aquí, la agrupación transitaría en función de los estados propuestos por esta suerte de Dr. Jekyll – Mr. Hyde romántico que interpreta su vocalista e indiscutible líder. Pasaría por el relato lamentativo “The Poorest Waltz” “The Cry Of Makind”, el pulso extremo de “The Dreadfull Hours” y “The Raven and The Rose” e incluso llegaría a plantear arreglos progresivos y disonantes en “She Is The Dark”, en una soberbia demostración de variedad estilística e interpretativa.
El final, sin bises, con la pesadez extrema de la primigenia “The Forever People” fue la síntesis perfecta de una noche en el que la tristeza y melancolía fueron el leitmotiv excluyente. De la mano de su, al menos desde las tablas, sufriente vocalista los ingleses dieron sobradas muestras de por qué son unos de los referentes de lo que a principios de los noventas se denominó genéricamente doom gótico. ¿Vendrán de vuelta? Quien sabe. Por ahora los que eligieron estar se llevaron el premio de haberlos disfrutado.