Reseñas |
Las cosas que te digo, No repitas jamás La palabra de la mujer En el rock de EMILIANO SCARICACIOTTOLI y MAURO PETRILLO. Ediciones Disconario. 2018
En “Las Cosas que te digo, No repitas Jamás” La palabra de la mujer en el rock, Emiliano Scaricaciottolli y Mauro Petrillo junto al trabajo fotográfico de Andra Meikop eligen un lugar desafiante, el de construir un relato que dé cuenta como cinco figuras femeninas han transitado y transitan dentro del mundo del rock argentino entendido, según la propia definición de los autores contenida en el muy buen prólogo que inicia la obra, como “un lexema amplio, difuso, desdibujado pero con un lugar fuerte”. Desde este lugar dan cuenta de la necesidad de registrar esta nuevas voces (que ellos definen un lugar de enunciación femenina dentro del espacio del rock argentino contemporáneo) como una manera de abrir camino dentro del “sendero enmalezado del rock argentino”.
En contra de lo que uno puede esperar (después de todo el objetivo es dar lugar a la palabra de las cinco protagonistas) el género elegido para dar cuenta de la potencia de las cinco figuras no es el de la entrevista periodística en el más amplio sentido del término. La elección del formato crónica (con un trasfondo más literario que periodístico) es un gran acierto del dúo, primero y principal porque sorprende (uno espera que el libro aborde la entrevista convencional) y segundo porque le da un vuelo narrativo veloz, intenso e íntimo. El logro es concreto: en muchos momentos uno imagina estar como oyente en ese intercambio que se genera en cada charla y allí la crónica logra una fuerza inusitada.
El libro comienza con la figura de Juana Chang parte de las Kumbia Queers y como es esperable, rápidamente el relato da cuenta de los límites entre el rock y otros estilos populares como la cumbia. Es desde ese lugar donde Juana y el relato dan cuenta de cómo su música se configura como un lugar de resistencia “El rock es perseguido desde cromañon por gente vieja chota”, de construcción colectiva “El rock, la cumbia y el punk dan cuenta de un compromiso político, colectivo y de una ideología”, de cómo puede ser liberadora “nadie se divierte como en la cumbia” y principalmente como puede servir para cuestionar los privilegios patriarcales. “La cumbia y el punk tienen similitudes” dice Juana, en una de las crónicas más vibrantes del libro.
La figura de Lula Bertoli de Eruca Sativa permite dar cuenta del protagonismo de la mujer en el rock actual y de cómo también el rock nacional puede incluir a la figura de la mujer como protagonista. De alguna manera el relato da cuenta del esfuerzo por construir el lugar propio y en ese punto lo lograr mostrando mucho de la intimidad de la cantante.
La presencia de Silvina Harris (cuyo apellido artístico es en homenaje al bajista de Iron Maiden) problematiza el lugar de la mujer dentro del heavy metal situado en termino de los autores “en círculos alejados de la aristocracia del rock”. Dentro de “la ética de la violencia y la poética de la agresividad” que también mencionan los autores aparece la figura de Harris ( Hoy cantante de Doomsday tributo a Arch Enemy y ex cantante de Betrayer) quien por momentos define su propia voz como “un maquillaje” (recordemos que suele cantar de manera gutural) y que da cuenta del esfuerzo de “construirse” y de “lograr un lugar en la escena”. La figura de la mujer metalera aparece aquí con fuerza y deja preguntas más que interesantes para que el lector indague o responda al punto de dar a entender si en este caso “el death metal cantando por una mujer” funciona como un acto parricida de la tradición histórica de la música pesada argentina. Difícil de responder ¿No?
La crónica de Lu Noise (tecladista de la banda de shoegaze APZOO) está centrada en el contraste de su trabajo de abogada (las fotos suceden en tribunales) y su actividad musical. En ese contraste aparecen ideas relacionadas tanto con “romper marcos masculinos y femeninos” como con el lugar del teclado en la música actual. Desde ese lugar construye su impronta y lo más interesante del relato en el que queda claro la búsqueda de la protagonista por romper marcos establecidos.
Paula Maffia (parte de Las Taradas y solista) tal vez es quien deja en más en claro a lo largo de la crónica el lugar de la mujer en el rock contemporáneo incluso dando cuenta de la voz de la mujer como “transmisora de opresión en el cuerpo maltratado de las mujeres”. En este sentido resulta curiosa la anécdota de cómo se fue dando cuenta a lo largo del tiempo de que no había tantas mujeres en la música, de cómo ese lugar debía ser ocupado y de cómo su formación en el punk (menciona a las Riot Grrls y a las She Devils) generó su actualidad “Yo soy muy antigua” dice y la crónica habla de las guitarras, los gritos y la electricidad como la manera de encarar su música.
La sensación que sobrevuela luego de haber leído las cinco crónicas es la de que a lo largo de las mismas, los autores lograron poner en palabras un doble gesto. Por un lado fueron capaces de mostrar la intimidad de las protagonistas en escenas cotidianas y propias (en ese punto las fotografía colaboraron para profundizar esta idea) y por el otro abrieron la puerta a una serie de preguntas ligadas a la música argentina que como mayor virtud dan un lugar a otras preguntas aún más intensas. Estas crónicas huelen a futuro y tal vez continúen en algún momento. Tal vez esta sea su mayor virtud.